Los parques publicos nos adentran en verdes caminos donde nuestras manos estendidas tienen la libertad de rosar las florecillas y hojas que nos rodean.En la ciudad les hay pocos, pero siempre tienen ese tono verde que nunca se les recuerda marchitos o secos.Algunas bancas no soportan el paso del timpo y en trozos se van desapareciendo.Pero las bancas más robustas y longevas nos ofrecen su fresco espacio para meditar y perder nuestro comportamiento uraño en ese verde rincon.
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